En pleno verano, me embarqué en una gran aventura hacia la ciudad de New York. Una metrópolis bulliciosa repleta de vida y posibilidades. Desde el icónico Times Square hasta la serenidad de Central Park, los contrastes de la ciudad me cautivaron. La Estatua de la Libertad, un símbolo de libertad y esperanza, el Empire State Building dominando el horizonte, ofreciendo impresionantes vistas del paisaje urbano, no puedes dejar pasar la oportunidad de visitar este edificio y su mirador, uno de los más icónicos y con más historia en la ciudad.
Explorando la riqueza cultural de la ciudad, deambulé por los pasillos del MoMA, en donde pude ver obras originales de Frida Kahlo, Diego Rivera, Picasso y muchos otros artistas famosos, sumergiéndome en el arte y la historia. Cruzando el Puente de Brooklyn, descubrí los vibrantes vecindarios de DUMBO y Brooklyn Heights, cada uno con su encanto único.
Las encantadoras actuaciones de Broadway y las deslumbrantes luces de Times Square encendieron mis sentidos, creando recuerdos inolvidables. En todo momento, la imponente presencia del Empire State Building y el Rockafller sirvieron como un recordatorio constante de la ambición y la resiliencia de la ciudad.
Cuando mis seis días llegaron a su fin, me despedí de la ciudad, pero no sin la promesa de regresar. El encanto magnético de New York, dejó una marca indeleble en mi corazón, un lugar lleno de modernidad, pero a la vez lleno de historia contada en muchas canciones y películas. ¡No puedo esperar para otra escapada de verano o de cualquier temporada! Inolvidable.
Una experiencia inolvidable que tuve durante mi visita a New York fue cuando decidí explorar algunos de los rincones menos conocidos de la ciudad. Después de varios días de visitar los lugares más emblemáticos, decidí aventurarme a descubrir el lado más auténtico de New York. Me fui a los barrios menos turísticos y me sumergí en la vida cotidiana de los locales. Recorrí calles donde la música y el arte se entrelazan, me sentí cautivado por la energía que percibía en cada esquina, mientras artistas callejeros ofrecían sus talentos a los que pasábamos por ahí.
Otra joya oculta que descubrí fue el High Line Park, un antiguo tramo de ferrocarril elevado que fue transformado en un impresionante paseo arbolado con jardines, arte urbano y espectaculares vistas de la ciudad. Caminé por sus senderos mientras disfrutaba de la tranquilidad y el escape del bullicio urbano.
Esta exploración fuera de los circuitos turísticos habituales me permitió conectar más profundamente con la ciudad y su gente. Descubrí que New York es mucho más que los famosos puntos turísticos, es una mezcla de culturas, colores y sonidos que te envuelven y te hacen sentir parte de ella.
Quiero agradecer a New York City Tourism + Conventions , la oficina de promoción turística de la ciudad por toda su guía y apoyo para lograr este viaje. / Interamerican Network
Por. Paco Baeza
Fotografía: Paco Baeza
