El castigo de los curas: el lugar menos habitado del mundo
Muchas veces necesitamos salir corriendo de tanto caos. Un lugar sin tanta multitud. Ese el lugar existe y lo visitamos.
Nos levantamos, tomamos una taza y servimos café. Como si fuera una coreografía ensayada cada mañana después de levantarnos de la cama, nos dirigimos a la ventana. Vemos una jungla, otro universo. Lo único que nos separaba de unirnos; siendo esto inevitable, es un simple cristal. En ese instante sentimos que algo se posiciona en nuestro cuerpo. Como si fuera el filósofo Socrates, empezamos a cuestionar todo. Nos preguntamos: ¿Y si nos vamos al lugar menos habitado del mundo? Como por variar.
La capital española se viste de Bernabéu, el Rey León y las líneas de Lorca. Pero si uno decide salir del epicentro, donde no hay líneas de metro, llegamos a la Hiruela. Un municipio al norte de la Comunidad de Madrid, el menos poblado de la provincia y, posiblemente, del mundo.
Silencio, olor a leña y el goteo apacible de las cascadas acariciando las piedras, es el panorama con el que nos encontramos a priori. Adentrándonos aún más, logramos ver que sus casas están construidas con piedras secas; técnica del pasado que perdura hasta hoy. Y como si fuéramos Don Quijote, seguimos penetrando en sus pequeñas calles.
Para este punto se empieza a ver movimiento. Un grupo de señores mayores tomando cañas de cerveza en la puerta del que parece ser el único bar del lugar, otros dos leyendo el periódico en una esquina y una señora con su pequeño niño tomado de la mano. Pueblo pequeño, infierno grande. Dicho que toma mucho sentido ahora. Todos se conocen con todos.
¿Pero cuántos habitan el lugar menos habitado?
74 es el número de personas que coexisten en lo que parece ser un santuario natural. Y aunque se desconoce el origen en este rincón del mundo, sus montañas, que parecen más bien murallas, hacen de este lado de Madrid una utopía casi impenetrable.
Alejado y olvidado, aparentemente por Dios, este lugar esconde un atractivo que pocos conocen. Es por ello que, para los curas, estar acá era sinónimo de viacrucis. Pero es todo lo contrario: el sonido de los pájaros, el susurro de la sierra, los diferentes caminos para senderismo y la camaradería de sus habitantes hacen de la Hiruela un destino exótico.
Aquí la dinámica de vida cambia. Todos se ayudan con todos. Es una comunidad que persiste a raíz de la solidaridad. Sumándole un punto más para venir y visitar este atípico lugar. El cual, entró en 2005 a formar parte de la red mundial de Reservas de la Biosfera de la UNESCO por estar ubicada en la Sierra del Rincón.
No nos mintamos. Los citadinos, por más amantes que seamos de las grandes metrópolis, a veces necesitamos dar un grito para tomar impulso. En palabras de Mario Mendoza, salir cada vez que se pueda de la ciudad es un ejercicio de salud mental. Y sí que lo es.
Como llegar a la Hiruela
- En coche: carretera A1 hasta llegar a la salida 76, cogeremos la carretera M-137 hasta llegar a la Hiruela
- En autobús: Plaza de Castilla tomar el 191 hasta Buitrago de Lozoya y después tomar el 911 hasta la Hiruela
Por. Michael Chabur
Fotografía: Víctor Ferrando