Mano de Buey: el espíritu artesanal de una región
Con la llegada del fin de año y sus festividades, el consumo de bebidas aumenta, convirtiéndose en el momento perfecto para compartir con familiares, amigos y seres queridos. En este contexto, el viche se presenta como una opción ideal para celebrar. Esta bebida natural, artesanal y espirituosa posee una rica tradición cultural que evoca la unión y el fortalecimiento de los lazos familiares.
Por esta razón, Mano de Buey, originario de Soledad Curay, en el Litoral Pacífico Nariñense, San Andrés de Tumaco, se presenta como una excelente alternativa para brindar en ocasiones especiales como las que se avecinan, de manera saludable y segura.
El nombre viche llegó a Colombia desde África, traído por las familias esclavizadas. Su significado es “verde”, haciendo referencia a un destilado que no ha sido terminado, es decir, que no ha pasado por un proceso de doble destilación. Por esta razón, la producción de esta bebida es 100% natural, sin adición de agua para su hidratación, y libre de conservantes y saborizantes, a diferencia de los procesos industrializados. Las características especiales de Mano de Buey son resultado del territorio, su biodiversidad, su proximidad al océano Pacífico y sus buenas prácticas de manufactura.
Consumir viche/biche también contribuye a la conservación de la biodiversidad, ya que la siembra de caña utilizada en el proceso se cultiva en pequeñas parcelas y como cultivos permanentes alrededor de plantas frutales, con el objetivo de equilibrar los suelos. Además, algunas de estas especies utilizadas se destinan a la siembra para el pancoger, una práctica agrícola que busca cultivar alimentos para satisfacer parte de las necesidades alimentarias de la comunidad, lo que convierte a Mano de Buey en un producto sostenible y sustentable.
A pesar de la existencia de la Ley 2158 de 2021, la Resolución Conjunta 113 de 2024, el reconocimiento del Ministerio de Cultura como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación y los esfuerzos de los productores de viche por su comercialización, esta bebida ha sido estigmatizada durante casi 200 años. Por ello, Mano de Buey y su productor han trabajado en la protección y reivindicación del viche, preservando la tradición y el legado de las familias del territorio. Este esfuerzo ha permitido sustentar directamente e indirectamente a alrededor de 15 familias, encargadas de llevar a cabo todo el proceso de obtención de las cuatro presentaciones de Mano de Buey: viche puro, viche curao, macerado de hoja de coca y macerado de plátano. El proceso comienza con el corte de la caña (variedad POJ-2878, que llegó al territorio en 1935), seguido por la extracción del jugo, filtrado, decantación (eliminación de sólidos flotantes y no flotantes), fermentación, destilación y un proceso adicional de decantación durante dos meses del destilado obtenido, antes de su posterior envasado y etiquetado.
Mano de Buey es un producto profundamente enraizado en el territorio. Se ha destacado por su calidad, lo que ha permitido que el voz a voz sea la herramienta más poderosa para su comercialización. Sin embargo, aún existen desafíos en torno al reconocimiento del viche, lo que hace necesario continuar con los procesos pedagógicos y fortalecer su comercialización. Además, persiste la competencia de otras bebidas artesanales que se denominan viche, pero que son producidas fuera de los territorios establecidos por la Ley 2158 o Ley del Viche, lo cual pone en riesgo la sustentabilidad económica de quienes dependen del destilado.
Hoy en día, Mano de Buey tiene presencia en gran parte del territorio colombiano, gracias a los clientes que han elegido el producto y a las promociones realizadas en sus redes sociales.